viernes, 19 de diciembre de 2008

Los Rengos y la Oktoberfest

Alguien pospuso la fiesta de la cerveza alemana y trajo a una orda de mamados que, con el pretexto de escuchar a La Renga en San Pedro, convirtieron un cuarto de la ciudad en un urinario público.
Toda esta molestia hubiera sido fácilmente evitable utilizando algún campito con infraestructura, como el aeroclub o el predio de las picadas, el de las carreras de galgos o de las domas. Pero metiéndolos en el centro de la ciudad terminamos perdiendo todos los que tenemos negocio a la calle.
Acá el Sábado no entró ni una corriente de aire. Los únicos que andaban en la calle eran los mismos borrachos pidiéndole hielo a todo el que se les cruzaba.
De los que bajaban en la terminal uno por medio llevaba un bolso y el otro una cubetera (o conservadora, heladerita o al menos un melón para que les mantenga el vino un poco más frío) y todos ellos ya llegaban paseando al mono y corriendo al chancho engrasado.
Seguimos esperando que llueva para que se borren las últimas huellas del vómito y para que nos olvidemos lo mal que la pasamos 25.000 locales para que se diviertan otros tantos llegados de afuera.
Lo único bueno es que no hubo violencia, lo cual es fácil teniendo en cuenta que todos nosotros nos corrimos del camino de estos pibes al ver el primer metro cuadrado de tatuajes tumberos.

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