Luego de la firma del acta de defunción de Castro, Santa Lucía y afines una sola persona pudo meter el dedo en el asunto. Y al igual que el tipo de los 36 hijos llamado igual que el vicepresidente, fue nuestro Vicepresidente el que puso un poco de orden eliminendo por fin la norma más anticonstitucional de los últimos años (al menos desde que volvió la democracia, claro) y con sus 36 senadores conscientes del daño que se podía seguir haciendo, en lugar de enumerar obra de gobierno, que deberían hacer de todos modos aunque pasara lo que pasara, se dieron cuenta del cagadón de reventar a tantos pueblitos agropecuarios.
¿Qué pasaría con Santa Lucía, en serio, que por fin, a pura garra, estaba reteniendo a sus hijos porque tenían un futuro allí, de esfuerzo agropecuario y progreso económico?
Una mierda pasaría, eliminando la rentabilidad nos quedamos más solos que viejo con parkinson en ducha de cárcel.
jueves, 17 de julio de 2008
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