martes, 15 de septiembre de 2009

Ventajas de masticarse el canapé

Revisando la vida diaria hemos descubierto con disimulada satisfacción, que la homosexualidad posee enormes ventajas a la hora de pasar por la vía rápida:
a. Si un heterosexual quiere ver en pelotas a alguna muchacha (o una chica quiere verle la poronga a un chabón) debe recurrir a Internet, revistas amatoriales o videos de la sección del fondo del cineclub. Pero si decidís (o siempre te gustó) patear para el arco del loco Gatti en lugar del defendido por Toldo, se te abre un mundo de alegrías: hacéte socio del club que tenga equipo de primera con el biotipo que te gusta: voley, básquet, fútbol; y en el horario de entrenamiento te vas a pegar un bañito, tapando con la toalla cuando se te pare al ver al capitán del equipo de hockey levantando el jabón Palmolive. Las chicas suelen tener vestuario más discretos, con mucha cortinita individual, pero las osadas lesbianas (de las que guardamos los datos para darlas por tierra en cuanto podamos por competencia desleal) suelen ser enjabonadoras de espalda baja consuetudinarias. ¿Creías que era una buena amiga? Te equivocaste: le gustaría morderte la ostra con los premolares.
b. Si un muchacho consigue iniciar una relación con una chica interesante, deberá cuidar mucho el detalle exterior, al menos durante los primeros 5 años de relación, lo que implica erogaciones en ropa importantísimos. Pero un tragasable podría, sencillamente, buscar un empalador de chanchos de la misma talla y duplicar automáticamente su guardarropas. Este caso no es usual entre señoras amantes de la pastelería porque las parejas de lesbianas siempre son muy discímiles: una es un enano de flequillo que anda en una moto gigante, que reemplaza a la pija (la moto es el símbolo fálico por excelencia: cuánto más grande la bicicleta o el cochecito, más chica tenés la pija o menos la usás) y la otra niña es femenina y probablemente sea la que tenga al hijito con un tercero para formar el núcleo familiar. Esta regla se rompe con chicas bisexuales, que siempre están bastante mejor que las minas chabones, se visten bien, huelen bien, se depilan y encima garchan con jugadores de los dos equipos. ¡Son las mujeres perfectas! Y, por supuesto, se prestan la minifalda de vinilo...brrrrrrrrr.

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