viernes, 24 de abril de 2009

Santiago Compadre

Luego de abandonar su cargo como chupasangre de la provincia de Buenos Aires, un tal Montoya es considerado una suerte de ídolo de la administración en un giro de tuerca inexplicable.
¿Por qué la gente no quiere pagar impuestos?
Los peces gordos, porque para eso tienen a los contadores, capaces de hacer a la Gioconda de un sólo trazo. Los peces flacos, con lo apabullante del sistema impositivo argentino, para tener una moneda de un peso para comprar en el único kiosko en el que no le pegan por estar tan zaparrastroso.
¿Es entonces correcta la apreciación que se crea en la gente? ¿La experiencia socialista (¿?¿?¿?) ...? ¿Progresista...? Mierda, la del gobierno vigente, prolongación natural de tantos años de gobiernos de derecha (menos Alfonsín, pero le pararon el país y lo sometieron al primer acto mundial de terrorismo económico, junto con los 30 millones de boludos que sufrimos la hiperinflación) ha hecho que recalara en el trono nacional gente supuestamente de nuestro lado, hasta que llegó la hora de pagar las cuentas y ahí se dieron cuenta que había que escurrirle la cartera a la dama y el bolsillo al caballero. ¡Ya voy, fantasma ubicado a la derecha del colectivo!
Al final, el héroe de la recaudación, desde mi honesto punto de vista, solamente utilizó las técnicas de los cobradores de deudas incobrables, pero con un presupuesto bastante más considerable. O sea, que se vaya a lavar el ojete con permanganato, flor de pelotudo. No queremos más gente como esa. Queremos que la guita de los impuestos se usen para lo que fueron creados: salud, educación, obra pública, seguridad y todos los administrativos ñoquis como este infeliz deberían cagarse de hambre trabajando en serio todos los días pintando baños húmedos y lavando tanques con cloro.
Me calenté. No me hace bien escribir.
Si alguien se ofendió que me perdone, pero pagar dos lucas de impuestos y no tener para cambiar las zapatillas que uso hace tres años me hace reventar de rabia.

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