jueves, 20 de noviembre de 2008

El Invento de las bebidas modernas

El señor Poroto Vladimir Culovich trabajaba en su fábrica de Vladivostock cuando el olor a chivo lo obligó a sumergirse por unas horas en su bañera personal, un barril de madera en el que luego se añejaba whisky de 12 años en 8 horas gracias a los jugos que el señor Culovich expelía en el tonel.
Pero una tarde de verano, con sudorosos 4 grados bajo cero, Culovich reventó analmente con una lluvia de gases que provenía de una ingesta calórica excesiva de chucrut que la había traído su socio alemán, el mariscal Hartvig.
El tonel quedó altamente gasificado y, al notar la esposa de Culovich que la bebida era agradable al paladar, decidió patentarla en el registro de patentes (no, si la va a registrar con una fotito del celular) y adquirió la licencia exclusiva para la fabricación de soda en Eurasia.
Debido al alto valor alcohólico la bebida no funcionó como esperaban, empedando a todos los estudiantes en los recreos y emborrachando a los operarios que la fabricaban con un alto costo en accidentes de trabajo, así que uno de los empleados sugirió eliminar el alcohol porque igual la bebida estaba buena. Luego de ajusticiar al olvidado muchacho con un sable de 8 kilos, Culovich cayó en la cuenta de lo útil de esta afirmación: si solamente necesitaban pedos en lugar de pedos alcohólicos, la señor Culovich podia proveer de gas a toda una barraca porque solía comer muchas legumbres, así que se pedeaba ruidosamente todo el día y encararon el proyecto.
Más tarde, una tarde en que la señora Culovich se divertía consigo misma, utilizando una botella de medicamentos de dos litros, se inventó la Coca Cola, pero eso ya es otra historia.

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